– Canto inicial
– Monición
– Salmo
SALMO 115
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor.
el Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo ;
el Señor guarda a los sencillos : estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía, recobra la calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
– Lectura del Evangelio
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.» Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
– Silencio
– Carta del Hermano Roger
EL MISTERIO DE LA FE
Tu vida se arraiga en una comunidad incorporada a su vez a la Iglesia. Por ello puedes rezar:
«Jesús, mi alegría, mi esperanza y mi vida, no mires mis pecados sino la fe, la confianza de tu Iglesia.
A imagen de los testigos de todos los tiem-pos, desde los apóstoles y María, hasta los creyentes de nuestros días, concédeme disponerme interiormente a confiar en el Misterio de la Fe» (1 Tim 3,9.15-16).
– Peticiones
– Padrenuestro
– Adoración de la cruz
– Canto a María